Desdichada Nicosia

 

Un escritor de nombre Miguel, famoso por sus principios (sobre todo por uno circunstancialmente impreciso), empezó así una de sus obras:

 Oh, lamentables ruinas de la desdichada Nicosia! 


(comunicado adecuado para un martes de verano, por ejemplo, con la gente de buen humor).


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