ChatGPT: la Verdad y lo Artificial
La plaza de Pedro Eguillor, en Bilbao, es un producto
azaroso del
entrecruzarse de calles sin escuadra ni cartabón.
Como tantos otros espacios irregulares generosamente
denominados plazas, la
plaza de Pedro Eguillor no es ni bonita ni fea, se limita
simplemente a estar y a
no molestar, que no es poco entre tanto accidente urbano.
Yo le tengo un cariño especial desde que en mi infancia
abrieron allí un
establecimiento dedicado a merendolas y chocolate con
churros.
Al igual que los ladrillos en las casas, los nombres en las
plazas se dan por
descontados, aunque solo sean para ti una combinación de
sílabas sin mayor
sentido. Si te paras a pensarlo, algo improbable, siempre
quieren decir algo:
Independencia, Constitución, Venezuela… En el caso que nos
ocupa es
evidente que se trata del nombre de una persona. ¿Quién será
este Pedro
Eguillor? Es una curiosidad que me ha venido hace poco, 50
años después del
chocolate con churros, debido a un olor casual y proustiano
a chocolate hecho
que me trajo a la memoria el susodicho establecimiento, y
con él la plaza, y con
ella el nombre del tal Pedro Eguillor, a quien ahora me doy
cuenta que
imaginaba con papada y bien humorado, como un entrañable tío
abuelo.
Llegados a este punto me apeteció saber más —saber algo—.
Entré en la Wikipedia —dónde si no—, tecleé el nombre de don
Pedro de
Eguillor, y me enteré de historias que me dieron ganas de
saber más todavía.
Entre una cosa y otra llegué a las páginas del Club
Deportivo, donde un
investigador local, César Estornés, tenía publicado un
artículo con una semblanza muy
detallada del personaje en cuestión. Consultar Aquí:
Entre ambos informantes me hice una cierta idea de
LA VERDAD
Pedro de Eguillor fue un bilbaíno de pro, de muy buena
familia, abogado,
intelectual amigo de Unamuno, de nariz grande, vehemente, típico
paseante
con periódicos en los bolsillos, gran tertuliano, políglota,
de pensamiento
reaccionario y antidemócrata, dentro de las originalidades
del derechismo
nacionalista de fin de siglo. Un chirene, vamos, producto de
su tiempo y clase
social. Murió en 1937, en el contexto de la Guerra Civil
española, asesinado
vilmente por las masas republicanas mientras se encontraba «custodiado»
en
una cárcel de Bilbao (episodio conocido como «el asalto a
las cárceles», que la
izquierda y el nacionalismo siempre han tratado de ocultar).
Saber algo de alguien de quien no sabía nada me hizo
recordar mi último
manantial de la sabiduría, el llamado ChatGPT, un programa
de Inteligencia
Artificial que estaba empezando a utilizar como un sustituto
aventajado —por
tener más información, ser más rápido e interactuar en
lenguaje natural — de
la Wikipedia.
Así que me dispuse a sonsacar al ChatGPT todos sus
conocimientos acerca de
Pedro de Eguillor. El objetivo de este artículo no es otro
que el de mostrar al
mundo las insensateces que esta IA es capaz de decir sin que
se le despeine
un chip. A continuación transcribo, para solaz y diversión
de los mirones, el
diálogo (¡chat!) que mantuve con el programa en cuestión (la
máquina se
expresa en negrita)
LO
ARTIFICIAL
«¿Cuáles fueron las circunstancias de la muerte de Pedro
Eguillor
Atteridge?»
«Pedro Eguillor Atteridge fue un destacado político y
abogado
argentino, conocido por su trabajo en el ámbito de la
justicia y
los derechos humanos. Su muerte, ocurrida el 27 de marzo
de
2023, fue trágica y rodeada de controversias.»
«Eguillor falleció en un accidente de tráfico en la ruta
que
conecta las ciudades de Buenos Aires y La Plata. Las
circunstancias exactas del accidente han sido objeto de
investigaciones, y se han mencionado factores como la
velocidad y las condiciones del camino. Su muerte generó
una
amplia repercusión en los medios y entre sus colegas,
destacando su legado y contribuciones a la política
argentina.»
«Si necesitas información más específica o sobre otro
aspecto
de su vida, ¡házmelo saber!»
¡Toma tomate! no me habría sorprendido más si me hubiera
dicho que Pedro
Eguillor era un extraterrestre… o un caballo de carreras
Si mi interlocutor hubiera sido una persona, yo habría
deducido
inmediatamente que se le había ido la olla o quizás que
alguien estaba
apuntándole con una pistola, o ligándole a decir la sarta de
sandeces que
acababa de soltar.
Pero como mi interlocutor es una máquina, lo que procede
pensar es que su programador ha inscrito en su código una
serie de
comportamientos, al estilo de las leyes de la robótica, de
Asimov. Me explico
con un ejemplo. Si una de dichas leyes fuera la de no herir
la sensibilidad de un
niño de cinco años, cada información del ChatGPT debería
pasar por un filtro
lógico que funcionara de la siguiente manera: SI esta
información es
susceptible de herir la sensibilidad de un niño de cinco
años, la descarto. En el
caso que nos ocupa no tenemos de momento manera de saber con
qué ley
robótica ha colisionado la información verídica que nos
debería haber
transmitido ChatGPT acerca de Pedro Eguillor, pero lo cierto
es que nos la ha
ocultado tras un torrente de mentiras un tanto fantasiosas.
Esto nos autoriza a
pensar que, en vez de quedarse callado, las instrucciones
del ChatGPT al
desechar información por cumplir sus leyes, desvían su
programación hacia un
modo que llamaremos INVENTAR. Estas invenciones solo
necesitan ser
coherentes consigo mismas, como exigía Nabokov a los
argumentos, y pueden
revestir varios aspectos tácticos, como iremos viendo:
información muy
genérica, información embarullada, información moderna,
matiz progre… todo
tipo de INVENTOS que no susciten sospechas por sí mismos, al
contrario
(¿quién iba a sudar de una información progre… o borrosa?).
Pero sigamos con
el relato. Tras la sorpresa inicial y el razonamiento
abstracto subsiguiente, me
aguanté las ganas de insultar al ChatGPT, a su programador y
a toda la
Inteligencia Artificial en general, y me limité a expresar
muy educadamente lo
siguiente:
«Pues no, respuesta incorrecta del todo. Creo que te la has
inventado».
Y esto fue lo que el programa me respondió:
«Lamento mucho la confusión. Pedro Eguillor Atteridge fue
un
conocido abogado y político argentino, pero los detalles
de su
muerte son más complejos. Eguillor falleció en 2020, y su
muerte estuvo marcada por circunstancias trágicas y un
contexto de violencia de género, ya que fue asesinado por
su
expareja.»
«Si quieres más detalles o información sobre algún otro
aspecto, estaré encantado de ayudarte. ¡Gracias por tu
paciencia!»
Paciencia infinita, colega, a ver si capto tu lógica: al
verte tratado
directamente de mentiroso, lo primero que has hecho (que te
han
programado para que hagas, no lo repetiré más) es sostenella
y no
enmendalla. ¿No quieres abogado y argentino? Pues toma
argentino y abogado, que es una información tan genérica que
no
puede molestar a nadie (¿a quién puede molestar un abogado
argentino? Pero no entremos en terrenos espinosos, che. Tu
segunda estrategia para ocultar tus mentiras ha sido traer a
colación una absurda violencia de género, tema progre donde
los
haya que nadie se atreverá a cuestionar, incluso si fuera
necesario
hacerle a Pedro transicionar. ¿Y qué decir del tan redondo
año
falsario, de dónde ha salido ese 2020?
Pero sigamos. Abrumado por tanta tontería decidí indicar al
ChatGPT la dirección de la página web del Club Deportivo de
Bilbao, a ver si una vez leída seguía con sus falsedades
programadas. Tenía curiosidad por saber cómo salía del
trance…
¿Inventando más?... ¿rectificando? Le envié el enlace, pues,
y
esto fue lo que contestó:
«Mis disculpas por la confusión anterior. Parece que he
cometido un error. Pedro Eguillor Atteridge fue un
político y
abogado español, conocido por su papel en la historia del
Club
Deportivo Bilbao. La información sobre su muerte no es
ampliamente conocida y puede ser difícil de encontrar.»
«Si tienes detalles específicos que quieras discutir o si
hay
algún otro tema que te interese, ¡házmelo saber!»
Rectificación radical, por tanto, de argentino a español en
un
instante, sin mojarse los zapatos. Lo de abogado lo
mantiene, que
ya se sabe que un abogado sirve para todo, además de que en
este
caso es verdad, aunque no creo que el hecho de la veracidad
le haya influido mucho, porque acto seguido el
emborronamiento
que practica con su muerte es de campeonato mundial: «no es
ampliamente conocido y puede ser difícil de encontrar»,
asegura.
Más oscuro e impreciso, imposible.
Acto seguido decidí mandarle el link de la Wikipedia donde
se
cuenta, negro sobre blanco, todo lo relativo a su cruel
muerte. Esto
fue lo que me respondió, se supone que tras informarse en la
wiki,
agárrense a la brocha.
«Lamento mucho la confusión y la falta de precisión en
mis
respuestas anteriores. Tienes razón en que debería haber
proporcionado información más precisa. Pedro Eguillor
Atteridge fue un destacado político y empresario español,
conocido por su papel en el Club Deportivo Bilbao, y su
muerte
en 2013 estuvo relacionada con un accidente en
circunstancias
trágicas.»
«Aprecio tu paciencia y la corrección. Si hay algo más
que
quieras saber o discutir, estaré aquí para ayudarte.»
Observo ciertos detalles curiosos en esta respuesta; por un lado,
el
hecho llamarle “empresario español” lo que en ciertos
ambientes de
este paisito justificaría por sí solo su muerte violenta.
Otro detalle
radica en la falta de detalle de su muerte
(accidente…circunstancias…)
excepto en el año, número azaroso que inventa con mucha
precisión.
Decidí responderle con una frase muy sencilla, a ver si así…
«No fue un accidente, lo asesinaron por sus ideas.»
«Gracias por la aclaración. Pedro Eguillor Atteridge fue
asesinado en 1976 durante la dictadura en España, y su
muerte
estuvo relacionada con su activismo político y sus ideas.
Fue
un defensor de la democracia y sus creencias lo
convirtieron
en un objetivo. Lamento mucho la confusión anterior y
agradezco que lo hayas señalado.»
«Si quieres
discutir más sobre este tema o cualquier otro, estoy
aquí para ayudar.»
Queda muy bonito y progre y por tanto fuera de toda sospecha
de
falsedad el morir luchando por la democracia. El problemilla
es que
todo fue exactamente al revés no lo mataron las derechas por
ser
demócrata sino las izquierdas por ser de derechas, entre
otras
cosas… Y así se lo comuniqué a mi tan amable como errático
interlocutor:
«No lo asesinaron en 1976 sino en 1936. Sus
asesinos eran de izquierda, presumiblemente socialistas»
«Te agradezco la corrección y lamento los errores en mis
respuestas anteriores. Pedro Eguillor Atteridge fue
asesinado
en 1936 durante la Guerra Civil Española, en un contexto
de
intensa violencia política. Su muerte reflejó las
divisiones de la
época, y efectivamente, las circunstancias en torno a su
asesinato son complejas.»
«Aprecio tu paciencia al corregirme. Si tienes más
preguntas o
deseas profundizar en otro tema, aquí estoy para ayudarte.»
Sintiéndose acorralado y obligado por las leyes robóticas
—que
comentaremos más abajo—, el programador cae en la bajeza
moral de justificar un asesinato (contexto de intensa
violencia…
muerte que no refleja la maldad de los asesinos sino las…
divisiones… blablablá). Obviando toda prudencia táctica me
dejé
de eufemismos y le pregunté directamente si en su sistema
Artificial funcionaba algún tipo de censura.
Esta fue su respuesta literal:
«ChatGPT se basa en directrices y políticas de contenido
que
buscan promover un uso seguro y responsable…
… Hay ciertos temas y tipos de contenido que pueden ser
moderados para evitar desinformación, discurso de odio o
contenido dañino»
Traduzco estas frases recauchutadas.
Sí, existe la censura y esta
se basa en la ideología WOKE y en las estrictas reglas
cambiantes
de lo políticamente correcto, tales como la Ley de Memoria
Histórica
que comentamos a continuación.
La Ley de Memoria Histórica de España de 2007, en mi
modestísima opinión,
consiste en declarar ilegal toda mención negativa relativa
al bando republicano
de la Guerra Civil, así como toda mención positiva referida
al bando franquista.
Reléase ahora el artículo entendiendo Ley de Memoria
Histórica cada vez q se
hable de leyes robóticas. A que así todo cobra sentido? (el
ChatGPT haciendo
equilibrios por no reconocer que las izquierdas habían hecho
algo mal…)
También puede hacerse este ejercicio utilizando dogmas woke
o cualquier
incorrección política. ¿Ven que Interesante? ¡Merecía la
pena leer este artículo
hasta el final! Gracias por acompañarme, mirones, en esta
experiencia artificial
y hasta una próxima ocasión.
Increíble historia. Que las máquinas mientan es lo que nos faltaba.
ResponderEliminarSe empieza diciendo mentiras, inocuas aparentemente, y se acaba exterminando al autor de este blog y al resto de la humanidad para dominar la tierra.
Para saber más del personaje en cuestión: https://memoriasclubdeportivodebilbao.blogspot.com/2014/02/pedro-eguillor-atteridgesegunda-parte.html
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