Conchita Ruiz Descalza

 

El ligón de mi marido se escapó con una poquita cosa, política de aluvión, fundadora de partidos, demócrata de maridos, “los maridos son de todas”, decía, y mi marido entendía “todas son de los maridos”. Y así nos iba la cosa hasta que un día encontré una foto de la feúcha en un cajón y empecé a explicarme situaciones pasadas …  y me dio un achuchón, influido sin duda por mis atracones de chocolate con soja.

Al hospital no vino, estaría muy ocupado tocando su guitarrita dichosa, y la guitarrita de toda aquella que se dejara encandilar por su voz de tuno zascandil. Cada vez que pienso que a este mi marido ligón   —Yony de nombre de guerra—  lo querían todas…  y me lo llevé yo…  ¡hay que ser idiota! Toca la guitarrita, majo, toca, a ver si se te rompe una cuerda y te da en todo ese morro Jagger del que tanto te vanaglorias..  ¡y   a ligar con mascarilla, guapetón, a ver qué tal se te da!

Total,  que aquí estoy sola,  como siempre, sin ganas de nada, en un hospital, que es el último sitio donde querrías estar. Dicen que se me ha ido la olla. Ni tan mal, que ya he vivido mucho… y pensado mucho más; ahora toca descansar. De hecho, estas parrafadas no las he escrito yo, sino un mal recuerdo con ínfulas de escritor, en un descuido mío.

Yo me llamo Conchita Ruiz Descalza, por cierto, les sonará mi nombre; he gozado de merecida fama en ámbitos pedagógicos, habiendo incluso fungido de sacerdotisa. He sido importante, sí, pero lo que más me importa ahora es que casi he olvidado completamente a mi marido ligón, el tal Yoni, un nombre muy apropiado, por cierto, vomo aprendí en el yoga, pues significa  la pareja de baile del Lingam, siendo este el órgano generador masculino siempre presentando amas, que en l a India adoran como a un dios o similar. Resumiendo, que el ligón de mi marido se llama “Coño”, qué payaso  el Yoni. Al final volvió a casa con el rabo—lingam— entre las piernas, aunque bien podía habérselo dejado olvidado entre las piernas—yoni— de alguna. Conmigo ya no quería nada, menos mal, debía de verme como a un sótano del que se ha perdido la llave y no quedan ganas de encontrarla porque ni siquiera recuerda uno lo que había adentro… si se me entiende la comparación… quizá un poco forzada… pero no tanto, pues los procesos mentales de mi  hombre- coño podían resultar muy confusos, incluso caóticos, se lo aseguro. Con decir que se fugó con una poquita cosa, política de aluvión, etcétera…  (y vuelta a empezar). No dije nada a mis hijas por tener la fiesta en paz, pero algo se imaginaron, que de tontas nada, de él no tienen mucho más que el gusto por la música. L a pequeña toca el piano y la mayor baila. Vaya pareja. Mis amores. Hoy mismo me vienen a visitar; perdonen que les deje, pero me tengo que preparar.


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