Escándalo en el bocho

 


Bajo el pretexto de la final de un campeonato de fútbol, en Bilbao los precios de los alojamientos han alcanzado cotas pornográficas.

Esto lo justifica la gente de la calle (sí, esa misma) con el “argumento” de que se trata de la ley de la oferta y de la demanda. ¡Y una porra!

 

Si en una relación comercial eliminamos la justicia, estamos tirando por la borda miles de años de civilización. Además, el que alguien se deje robar no justifica el robo.

En este asunto de Bilbao, de oferta y demanda de personas libres, hay poco. Por un lado, nos encontramos con un puñado de codiciosos aprovechateguis, y por el otro, con un pandilla de fanáticos, o quizá millonarios, o puede que incluso maleantes (que planean robar un banco o asaltar la hucha de su abuelita por ver el partido en directo). Pero no importan los casos individuales, sino el hecho de que un precio debe de ser justo, o lo que es lo mismo: estar justificado rigurosamente por los gastos, más un margen lógico de ganancia. Si un precio no se calcula de este modo, es arbitrario, y en la arbitrariedad está el origen de la injusticia, aunque algunas personas traguen con ello.  La justicia está por encima de las personas… Otra cosa sería volver a la ley de la selva (un margen de ganancia cercano al diez mil por ciento entraría dentro de este último apartado).

 

Como resumen diremos que Bilbao ha quedado a los ojos de Europa como una cueva de ladrones. Porque, además de vaciar los bolsillos de los que se han resignado a pagar verdaderas barbaridades…  démonos cuenta de que al resto de aficionados extranjeros se les ha sustraído una habitación y la posibilidad de un viaje ilusionante. Si la cuestión era hacer el ridículo frente al mundo, nos dan la Copa mundial, seguro.

 

Última pregunta: ¿qué me impide alquilar por una noche dos habitaciones de mi casa, que tengo libres, por una cantidad equivalente a lo que gano en medio año? ¿Alguien sabe la respuesta?


Comentarios

  1. Ya me parecía que se cuenta Vd. entre los "Enemigos del Comercio".
    Claro, los precios de venta se tienen que poner en función de los costes, jajá, qué bueno, la oferta y la demanda no tienen nada que ver.
    Es como decir que los objetos tienen un "valor inmanente".
    Además, si con esos precios vienen ochenta mil hooligans y yahoos, no quiero pensar lo que sucedería con su política de precios populares.
    Así se destruyen las civilizaciones.

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