Perdido en el laberinto

 

(poema dedicado a la música, y a Juanchu y a Francesc, sus acólitos)

Entrar, no salir.

Quedarse, no huir.

La música es un laberinto

donde perderse

y vivir,

un temblor de los sentidos,

un terremoto feliz,

una luz insospechada.

 

¿Es por allí la salida?

¡Y qué me importa a mí!

Dejad de agitar banderas,

policías aburridos,

invitando a compartir

vuestro mundo uniformado.

 

Prefiero quedarme aquí,

perdido en el laberinto,

mordiendo esa manzana

que tiene el mordisco vetado

 

Prefiero amanecer

un poquito al desgaire,

Sin tanta norma que cumplir

y sin molestar a nadie.

Yo soy feliz así:

haciendo vibrar el aire


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