Turista intrépido en Torre Tavira

 

La cámara Oscura de la Torre Tavira, en Cádiz, es un lugar visitable, ¿vale? Pues vale, vamos, pero primero habrá que informarse: La cámara oscura es una caja cerrada con un pequeño agujero por donde entra la luz que proyecta una imagen invertida del exterior en la pared opuesta; es el principio óptico que dio origen a la fotografía.

No entiendo mucho, pero la fotografía me gusta, o sea que decido ir, a ver si se ven buenas fotos de Cádiz, tan bonita que es.

 

A continuación viene la crónica de mi azaroso periplo turístico a la Torre Tavira.

 

Intentando llegar, me pierdo. Inciso para turistas.:Cádiz es un laberinto, pero a los sitios se llega, a base de perseverancia. Una vez dentro, sobre sorpresa:se trata de sobrevivir: hay que subir múltiples tramos peligrosísimos de escaleras a cada cual más incómoda, alta, retorcida, peligrosa, de una material chatarroso emocionantemente agujereado, muy poco fiable. Una vez arriba, muy arriba, te dejan media hora solo en la terraza para que veas las vistas.

Ves las vistas. Sacas fotos, cuatro, una por cada lado, que la torre es cuadrada. Pasada media hora, llaman a capítulo: va a empezar por fin el show de la Cámara Oscura. Bajamos algunos peldaños con mucho cuidado, pocos, crece la emoción. Empieza por fin el show de la Cámara oscura…, pero antes, la explicación, en andaluz cerrado, idioma que no domino, desarrollada animosamente por una señorita delgada y rizosa, con voz de pito flácido. Sospecho que las otras personas(vestidas de camuflaje extranjero casi todas—lo normal en estos casos—), tampoco entienden nada, pero se ríen por educación cada vez que el tono de la andaluza cerrada parece anunciar chiste. Las imágenes se ven en una especie de antena parabólica invertida o, paellera marciana (no murciana, atención)

Son imágenes, muy nitidas, preciosas, como de dron ruso sin ansias asesinatorias, son imágenes reales del momento: dan para fisgar a la gente sin que te vean. Vemos escenas fisgables (vergonzosas), comentadas en tono chiste malo por la andaluza cerrada. Me quedo con ganas de que enchufen más las playas y algunas terrazas privadas con personas en actitud relajada.

Se acaba la función y las explicaciones encriptadas. Menos mal. Al bajar las escaleras consigo no matarme. Todo un éxito, créanme ustedes, que yendo hacia abajo todo es mucho más peligroso. Me agarro a la barandilla tan fuerte que al llegar a la entrada/salida, mi mano luce solidificada en postura garfio, producto, sin duda, de una artritis subitánea, sobrevenida, y rampante.

Al volver a casa me pierdo más que antes. Pregunto, y los nativos me atienden muy amable mente, que esto es Cái, dándome informaciones completamente contradictorias, que esto es Cái. Llego por fin, al apartamento, les juro que no sé cómo (miento, sí, sí que sé cómo: bastante mareado). Pienso contar a todo el mundo que la experiencia ha sido fantástica, por supuesto, si no… ¿para qué viaja uno? Ahora ya lo saben ustedes.


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